El deseo como poder de existencia en Spinoza

Para citar este artículo:
Arcia G., John H. (Abril de 2016). El deseo como poder de existencia en Spinoza. Web universo arke. revista-aion, Número 0, Abril de 2016. Recuperado de: https://www.universoarke.com/revista-aion/numero-0-abril-de-2016/el-deseo-como-poder-de-existencia-en-spinoza. Diciembre 30, 2024 - 11:02
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Una Forma de Vida Ética, Política y Libre

 

“…nosotros no nos esforzamos, queremos, apetecemos ni deseamos algo porque juzgamos que es bueno, sino que, por el contrario, juzgamos que algo es bueno, porque nos esforzamos por ello, lo queremos, apetecemos y deseamos”.

Baruj Spinoza

En el discurso filosófico de Baruj Spinoza el deseo ocupa un lugar preponderante para entender la naturaleza humana, esto se refleja en el epígrafe cuando dice: “juzgamos que algo es bueno, porque nos esforzamos por ello, lo queremos, apetecemos y deseamos”. Este juicio no es un a priori mental, por el contrario, es expresión del individuo que se esfuerza por lo que desea y al mismo tiempo actúa en concordancia con aquello que considera bueno; distinto es imaginar que algo es bueno, por el juicio previo que se tiene sobre ello, sin que haya implicación corporal[1].

La dificultad de interpretar en el discurso de Spinoza el concepto de deseo, radica en que la actuación del sujeto moderno está mediada por una moral de obligaciones y una ética del deber[2], y con ello, repercuten los discursos que sostienen que el ser humano desea por carencia. El sujeto en este último caso se esfuerza predominantemente en actuar conforme al código moral y la normatividad, desea tener aquello que imagina le hace más feliz, busca la verdad en objetos externos y pasivos ante el pensamiento.

Foucault dice que en Spinoza “el problema del acceso a la verdad estaba ligado, en su misma formulación, a una serie de exigencias que concernían al propio ser del sujeto”[3]; está ligado –el acceso a la verdad- a unas prácticas espirituales asociadas con lo que el filósofo francés denomina “inquietud de sí”. Esta “inquietud de sí” en la historia de la ciencia occidental, se relaciona con el “conócete a ti mismo”, relación en la que se evidencia un periodo donde la “inquietud de sí” es relegada por el “conócete a ti mismo”; dicho periodo se distingue como el “momento cartesiano”.

En el “momento cartesiano” se descalifica filosóficamente la “inquietud de sí” y a partir de allí el acceso a la verdad se fundamenta en la indubitabilidad de la existencia propia del sujeto. Esto sucede gracias a que la “inquietud de sí” está relacionada con prácticas desde las cuales se sostiene que “La verdad sólo es dada al sujeto a un precio que pone en juego el ser mismo de éste. Puesto que el sujeto, tal como es, no es capaz de verdad”[4]. Pero la indubitabilidad del sujeto sobre su propia existencia, se transforma en la verdad sobre la cual se construye el conocimiento científico, de tal manera que el sujeto no debe transformarse; sólo requiere la aplicabilidad de las coordenadas del método científico, entre las que se encuentran mecanismos para el control del deseo humano y así evitar su intervención en la objetividad del estudio.

La objetividad científica está relacionada con obligaciones éticas y políticas “externas” al individuo, incluso, para que el deseo no interfiera con ellas –con las obligaciones-, es controlado por el mismo sujeto al momento de juzgar lo que es bueno. Así, el proyecto que se establece desde el momento cartesiano avanza en la modernidad a través de ciencias como la psicología, la educación, la sociología, la economía, la lingüística; y perfila al ser humano que desea lo que no tiene y aquello de lo que carece.

Spinoza, por el contrario, relaciona al deseo con la potencia que tiene el ser humano de existir y perseverar en su ser –conato-[5], de hecho, dice lo siguiente: “Tanto si tiene ideas claras y distintas como si las tiene confusas, el alma se esfuerza en perseverar en su ser por una duración indefinida, y tiene conciencia de ese esfuerzo suyo”[6]. Desde esta perspectiva, “no importa” si las acciones del ser humano están relacionadas con ideas adecuadas o confusas, la perseverancia del “alma” en el ser tiene duración indefinida y conciencia del esfuerzo que eso implica.

La posición de Spinoza con respecto al deseo es interpretada por Robert Misrahi como la “inversión dialéctica de la vida moral”, dado que “La moral espinosista no consiste en abandonar el deseo para unirse al valor, sino inversamente, en integrar el valor al deseo y en buscar la mejor realización de éste”[7]; se convierte en “un esfuerzo por dar el primer lugar a la actividad del hombre en la elaboración de una línea de conducta y, en fin, la búsqueda de los medios para obtener la libertad…”[8].

El deseo en Spinoza es la vida de la existencia humana, la felicidad de actuar acorde con la fuerza que persevera en el ser individual; de allí que Misrahi considere esta filosofía como “la inversión dialéctica de la vida moral”, en tanto que el sujeto no solo busca el bien para sí, sino para todos, en el momento que integra el valor al deseo.

La moral que integra el valor al deseo está relacionada con la reflexión sobre la existencia racional de los individuos, puesto que mediante la razón, los individuos actúan según el deseo y como dice Spinoza: “El deseo que surge de la razón, no puede tener exceso”[9]. Misrahi, dice al respecto: “…la moral no es más que la reflexión sobre la existencia racional de los individuos, cuya esencia es siempre deseo”[10].

La existencia racional en Spinoza es una forma de vida, en la que el sujeto actúa según el conato: la potencia del ser que persevera en la existencia del individuo, y también, lo que le permite vivir libre. Porque “El hombre libre que se guía por la razón es más libre en el Estado, donde vive según el común decreto…” “…el hombre que se guía por la razón, para vivir más libremente, desea observar los derechos comunes del Estado”[11].

Misrahi, con respecto al párrafo anterior, dice:

El problema en realidad es único: la existencia social y la existencia racional se unen, la política se realiza al mismo tiempo que la moral. Pero esta realización misma plantea la verdadera dificultad y define la generosidad y el propósito spinozistas: toda filosofía spinozista, moral y política, consiste –recordémoslo- en buscar los medios para acceder al bien verdadero, es decir, a la libertad, y para construir una sociedad donde el mayor número de personas pueda gozar de ese bien.[12]

La existencia racional en Spinoza, que integra valor y deseo, moral y política, vida y libertad; constituye una forma de vida filosófica, en la que se buscan los medios para acceder al bien verdadero: la libertad. Esto se confirma cuando en el “Tratado de la reforma del entendimiento” Spinoza afirma: “Todo aquello que puede ser un medio para llegar a eso es llamado bien verdadero; y el supremo bien consiste en llegar a gozar de tal naturaleza, si es posible, en la compañía de otros individuos”[13].

“la inversión dialéctica de la vida moral” en Spinoza está asociada a una política en la que la reflexión racional, es la relación que establece el individuo con el deseo y que a su vez implica reglas de vida; por ejemplo, en el “Tratado de la reforma del entendimiento” se presentan las siguientes reglas:

  • “Hablar según la capacidad de la gente común y hacer todo aquello que en nada impide que alcance nuestro fin…”
  • “Del placer, gozar lo suficiente como para conservar la salud”.
  • “…buscar el dinero o cualquier otra cosa tanto cuanto basta para la vida y para conservar la salud como también para imitar las costumbres sociales que no se oponen a nuestro fin”[14].

Estas reglas están relacionadas con la forma de vida filosófica en Spinoza, en la que se evidencia un aspecto moral, político y existencial. En cuanto al último, el existencial, Spinoza toma una decisión:

Una vez establecidas estas reglas, me dedicaré a lo que hay que hacer ante todo, es decir, a reformar el entendimiento y a hacerlo apto para conocer las cosas como es debido para alcanzar nuestro fin. Para hacer esto, el orden natural exige que aquí pasemos revista a todos los modos de percepción que hasta ahora usé para afirmar o negar algo con certeza, con el fin de elegir el mejor de todos y, al mismo tiempo, comenzar a conocer mis fuerzas y mi naturaleza, que deseo llevar a su perfección[15].

La decisión que toma Spinoza es lo que Foucault denomina “un ejercicio de sí”, donde el trabajo de pensar la propia historia libera al pensamiento de lo que piensa en silencio y al reformarlo piensa de otro modo[16], de tal manera “…que les permita descubrir en el deseo la verdad de su ser…”[17]. Esto es lo que Misrahi llama “el despliegue de un poder existir”[18], donde el individuo reflexiona racionalmente el deseo, que sin exceso, persiste en su ser libre y feliz.

El deseo como poder de existencia en Spinoza, se relaciona con una forma de vida filosófica en la que el sujeto reflexiona racionalmente el deseo como práctica espiritual; entre tanto, desde el punto de vista ético, el valor se integra al deseo; y desde el punto de vista político, el “derecho natural” es “el poder mismo del individuo”[19]. El poder del individuo es el deseo como poder de existencia mediante la reflexión racional, a través de la que se busca un bien verdadero, el mismo que decide buscar Spinoza cuando elige una opción existencial[20]:

“Después que la experiencia me enseñó que todas las cosas que ocurren frecuentemente en la vida ordinaria son vanas y fútiles; cuando vi que todas las cosas de las que recelaba y las que temía no contenían en sí nada de bueno ni de malo sino en la medida en que el ánimo era movido por ellas, tomé al fin la decisión de investigar si existía algo que fuese un bien verdadero…”[21]

En conclusión, la forma de vida filosófica que tiene Spinoza permite que el deseo se exprese como poder de existencia y además, demuestra que es posible dicha vida en concordancia con una posición ética y política que no excluye la convivencia con los demás y el acceso a la verdad del ser, la libertad y la felicidad.

 

 

Bibliografía.

DIAZ, Jorge Aurelio. ¿Filosofía para quién?. En: Ideas y Valores No. 117 Diciembre de 2011 Bogotá, Colombia.

FOUCAULT, Michel. Historia de la sexualidad 2. El uso de los placeres. 17ª reimpresión. Siglo XXI: México, 2009.

_______. Michel. La hermenéutica del sujeto. 2ª reimpresión. Fondo de Cultura Económica: México, 2006.

HADOT, Pierre. ¿Qué es la filosofía antigua? 1ª reimpresión. Fondo de Cultura Económica: México, 2000.

MISRAHI, Robert. Spinoza. EDAF: Madrid, 1975.

SPINOZA, Baruj. Ética demostrada según el orden geométrico. 3ª edición. Trotta: Madrid, 2009.

_______. Tratado de la reforma del entendimiento. Tecnos: Madrid, 1989.

 

[1] Es importante destacar que en la filosofía de Spinoza no hay disyuntiva entre mente y cuerpo como ocurre en el sistema de Descartes. Spinoza en la segunda parte de la “Ética demostrada según el orden geométrico”, específicamente en la proposición 12, dice lo siguiente: Todo cuanto sucede en el objeto de la idea que constituye el alma humana, debe ser percibido por el alma humana, o sea, que de esa cosa se dará necesariamente una idea en el alma. Y así, si el objeto de la idea que constituye el alma humana, es un cuerpo, no podrá suceder nada en ese cuerpo, que no sea percibido por el alma. SPINOZA, Baruj. Ética demostrada según el orden geométrico. 3ª edición. Trotta: Madrid, 2009. p. 86

[2] DIAZ, Jorge Aurelio. ¿Filosofía para quién?. En: Ideas y Valores No. 117 Diciembre de 2011 Bogotá, Colombia.

[3] FOUCAULT, Michel. La hermenéutica del sujeto. 2ª reimpresión. Fondo de Cultura Económica: México, 2006. p. 41

[4] Ibid. p. 33

[5] SPINOZA, Baruj. Ética demostrada según el orden geométrico. (Tercera parte, Proposición 7). Op. Cit.; Ibid. p. 133.

[6] (Tercera parte, proposición 9). Ibid. p. 133

[7] MISRAHI, Robert. Spinoza. EDAF: Madrid, 1975. p. 102.

[8] Ibid. p. 102

[9] SPINOZA, Baruj. Ética demostrada según el orden geométrico. (Cuarta parte, proposición 61). Op. Cit., Ibid. p. 224.

[10] MISRAHI, Robert. Spinoza. Op. Cit., Ibid. p. 105

[11] SPINOZA, Baruj. Ética demostrada según el orden geométrico. (Cuarta parte, proposición 73 y demostración). Op. Cit., Ibid. p. 231 - 232

[12] MISRAHI, Robert. Spinoza. Op. Cit., Ibid. p. 105

[13] SPINOZA, Baruj. Tratado de la reforma del entendimiento. Tecnos: Madrid, 1989. p. 9

[14] Ibid. . p. 11

[15] Ibid. p. 11

[16] FOUCAULT, Michel. Historia de la sexualidad 2. El uso de los placeres. 17ª reimpresión. Siglo XXI: México, 2009. p. 10.

[17] Ibid. p. 9

[18] MISRAHI, Robert. Spinoza. Op. Cit., Ibid. p. 98

[19] Ibid. p. 105

[20] Es importante resaltar la expresión de Pierre Hadot cuando sustenta la forma de vida filosófica: “El discurso filosófico se origina por tanto en un elección de vida y en una opción existencial, y no a la inversa”. HADOT, Pierre. ¿Qué es la filosofía antigua? 1ª reimpresión. Fondo de Cultura Económica: México, 2000. p. 13

[21] SPINOZA, Baruj. Tratado de la reforma del entendimiento. Op. Cit., Ibid. p. 5